• Cuidado con el exceso de entusiasmo:
Espasmos, gemidos, maullidos, arañones, es decir, cochinadas…todo se vale. De hecho, son recursos legítimos que celebran los movimientos de su pareja y lubrican los actos posteriores, pero tanto frenesí puede manifestarse también con menos dramatismo y más naturalidad, para no despertar incomodidades ni provocar miradas confusas con ojos perplejos. No se recomienda, pues, pegar de alaridos como si a uno l estuvieran acuchillando, ni gritar clichés al viento como “dame más, baby”.
• Consideración frente al empeño:
En plena laboriosidad, cuando una de las partes se muestra muy hacendosa y cree ingenuamente que el otro debe encontrarse en la cúspide del regodeo, ¡qué bajón!, él(la) susodicha(a), completamente desentendido(a), mira sutilmente el reloj o contesta el celular o, peor aún, lanzo un bostezo tamaño cocodrilo que duele como un petardo en la piel. Caballeros, señoritas: si la pareja se muestra hacendosa, la desconcentración o indiferencia debe ocultarse siempre… aunque sea por respeto.
• Pregunta prohibida:
Mientras el hombre, en medio de su performance eréctil, piensa con algo que no es su cerebro, algunas mujeres siente la necesidad de preguntarle repentinamente:” ¿Me quieres?”. El chico podrá quererla de verdad o quererla, más bien, desnuda. Lo cierto es que dicha pregunta, además de provocar una repuesta predecible (“Claro que te quiero, desvístete”), genera un clima inoportuno que puede frenar el performance y reducir su espontaneidad. Atención: el mismo riesgo corren preguntas como: “¿alguien te ha excitado más que yo?”o “¿La tengo grande?”).
Espasmos, gemidos, maullidos, arañones, es decir, cochinadas…todo se vale. De hecho, son recursos legítimos que celebran los movimientos de su pareja y lubrican los actos posteriores, pero tanto frenesí puede manifestarse también con menos dramatismo y más naturalidad, para no despertar incomodidades ni provocar miradas confusas con ojos perplejos. No se recomienda, pues, pegar de alaridos como si a uno l estuvieran acuchillando, ni gritar clichés al viento como “dame más, baby”.
• Consideración frente al empeño:
En plena laboriosidad, cuando una de las partes se muestra muy hacendosa y cree ingenuamente que el otro debe encontrarse en la cúspide del regodeo, ¡qué bajón!, él(la) susodicha(a), completamente desentendido(a), mira sutilmente el reloj o contesta el celular o, peor aún, lanzo un bostezo tamaño cocodrilo que duele como un petardo en la piel. Caballeros, señoritas: si la pareja se muestra hacendosa, la desconcentración o indiferencia debe ocultarse siempre… aunque sea por respeto.
• Pregunta prohibida:
Mientras el hombre, en medio de su performance eréctil, piensa con algo que no es su cerebro, algunas mujeres siente la necesidad de preguntarle repentinamente:” ¿Me quieres?”. El chico podrá quererla de verdad o quererla, más bien, desnuda. Lo cierto es que dicha pregunta, además de provocar una repuesta predecible (“Claro que te quiero, desvístete”), genera un clima inoportuno que puede frenar el performance y reducir su espontaneidad. Atención: el mismo riesgo corren preguntas como: “¿alguien te ha excitado más que yo?”o “¿La tengo grande?”).
PD: agradecimientos especiales a Sexo, guía práctica de Perú 21.
Etiquetas: arañones, espasmos, etiqueta de alcoba, gemidos, maullidos, performance eréctil